La inyección de biopolímeros es una técnica a la que recurren frecuentemente muchas personas, en busca de aumentar o modificar ciertas características de sus cuerpos. Sin embargo, tras la abrumadora cantidad de estudios científicos que describieron los riesgos asociados a esta práctica, y el gran número de casos severamente complicados reportados, la extracción de biopolimeros actualmente se considera un procedimiento capaz de evitar complicaciones, incluyendo la muerte en gran porcentaje, de quienes recurrieron a estas sustancias.
A pesar de esto, existe quien se rehúsa al retiro de biopolimeros antes y después. Esto entre otras razones, por miedo de perder los atributos estéticos obtenidos a expensas de los rellenos tisulares. O también por sufrir de algún tipo de malformación, hundimientos o deformidad después del tratamiento; cosa que no necesariamente es así.
¿Es necesario retirar los biopolímeros?
Aunque no en todos los casos, en la mayoría la respuesta es sí. La investigación científica ha demostrado que muchos de los biopolímeros que se le inyectan a ustedes los pacientes no cumplen con los estándares de inocuidad. Por lo que son sustancias capaces de producir reacciones inflamatorias de tipo cuerpo extraño en el organismo, las cuales además tienen potencial de migración. Es decir, se pueden trasladar desde el sitio de su inyección hasta otro lugar del organismo, desencadenando una respuesta inmunitaria en el sitio donde se alojen.
La alta incidencia de complicaciones y muertes relacionadas con la inyección de biopolímeros, y la razón principal por la que esta práctica se ha convertido en un problema de salud pública, es porque en muchos casos estas sustancias son administradas por personas ajenas a la profesión médica, lo cual implica entre otras cosas:
- Ignorancia y falta de garantías sobre la composición química, pureza e inocuidad del biopolímero.
- Falta de experticia en las técnicas de inyección.
- Falta de medidas de bioseguridad e higiene, antes, durante, y después de la administración.
Todo esto se traduce en una larga lista de complicaciones que van desde resultados estéticos contrarios a los que esperan, hasta procesos infecciosos o sépticos y, en casos más graves, incluso la muerte. Claro que estos riesgos disminuyen considerablemente si el procedimiento se deja a cargo de un profesional técnica y éticamente capacitado.
Por el bajo costo al que algunos supuestos profesionales e inescrupulosos ofertan la inyección de biopolímeros de dudosa procedencia, estos se han convertido en un recurso asequible para un gran número de personas. Estas buscan alterar para mejor algunos rasgos o características de su aspecto físico. Aunque el problema no se limita a este grupo de individuos, se ha descrito que los transexuales, y otros miembros de la comunidad LGBT+ son una de las poblaciones más vulnerables ante este fenómeno, y por tanto más propensas a sufrir las complicaciones atribuidas al uso de biopolímeros.
¿Qué hacer si tienes biopolímeros?
La recomendación más relevante para toda persona que se haya inyectado biopolímeros o que esté considerando recurrir a los mismos, es acudir a un médico especialista en procedimientos estéticos, como por ejemplo, un cirujano plástico. La valoración de un experto permitirá a quien esté considerando realizarse este procedimiento comprender de mejor manera las posibles complicaciones asociadas. También permitirá explorar otras alternativas que se adapten a tus requerimientos y necesidades. De igual forma, permitirá a quien ya tenga biopolímeros en sus tejidos estar atento, y en guardia contra posibles complicaciones. Deben conocer las opciones disponibles para la extracción o retiro de forma segura, y con el menor compromiso posible del aspecto o la estética de la zona inyectada.
En definitiva, lo más importante a la hora de hablar de la inyección o extracción de biopolímeros, es estar en manos de un profesional de la medicina, idealmente especialista en procedimientos estéticos, para así cuidar tu salud y belleza.